Mitsutoshi Honda: "Dejando huella"
Mitsutoshi Honda: "Dejando huella"
La siguiente historia está incluida en el libro digital Estrellas y Campeones del sitio Rediez.
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Mitsutoshi Honda: "Dejando huella"
Nadadores campeones de la década del 80 recuerdan que llegó a La Paz el hombre récord de 50m mariposa de Japón y ex atleta olímpico de nombre Mitsutoshi Honda (Mike Honda), quien seleccionó a un grupo de aproximadamente 15 nadadores entre 6 y 12 años con potencial, a fin de conformar el equipo de La Paz, de cara a competiciones nacionales.
"En las competencias locales nos tomaba el tiempo y nos entregaba un papelito que llevaba la banderita de Bolivia y tu marca. Nos dio tablas y ligas de alta calidad, y si veía que te esforzaba, te regalaba lentes, malla y gorro" (David Chávez ex campeón nacional 100m mariposa, infantil B).
"Comenzaba el año 1983, competía en la categoría infantil A, casi estaba cumpliendo 11 años. Experimentaba el deseo de progresar, conquistar logros, destacar en la natación inspirado en el ejemplo de nadadores a quienes admiraba mucho.
Entrenaba en La Paz en el club The Strongest -felizmente resurgido en la actualidad- y vi a un grupo pequeño de nadadores adiestrados por el entrenador Mike Honda, un espigado japonés, voluntario de JICA, quien, en el más reciente campeonato infantojuvenil, había demostrado su depurada técnica, propia de los atletas internacionales de primer nivel. Me entró un deseo irreprimible de entrenar con él, aúnque sabía del alto nivel de exigencia y disciplina que imponía a sus dirigidos. Junto a mi amigo, Javier Chávez, le pedimos a Oswaldo Callisaya, nuestro entrenador de entonces, ya fallecido, que intercediese por nosotros para que podamos ser parte del grupo. La felicidad fue grande al saber que después de observar nuestro desempeño, Mike había aceptado incluirnos en su grupo de entrenamiento, el cual comenzó de inmediato y con una intensidad aún mayor a la esperada. Los efectos de tal exigencia se hicieron sentir de inmediato, por primera vez supe lo que es "sudar en el agua", salir con el último puñado de fuerzas de la piscina, tener un apetito voraz, quedarme profundamente dormido, ni bien posaba la cabeza en la almohada, sentir dolor en todos los músculos del cuerpo. Pese a experimentar un agotamiento al que no estaba acostumbrado en ningún momento pasó por mi cabeza abandonar la empresa. Felizmente, pude hacer de esa exigencia un hábito que yo mismo me imponía, no lo hacía Mike, quien durante los dos años y medio que estuvo con nosotros, jamás demostró prepotencia, abuso o falta de respeto. Por el contrario, la disciplina en el grupo era motivada por él, sin ninguna forma de violencia, erigiéndose siempre como ejemplo y estimulándonos a ser cada día mejores, con varios incentivos: desde comprar delicioso manjares y recibir el valioso obsequio de implementos deportivos, hasta viajar por el interior del país y beneficiarnos de las clínicas y cursos técnicos que él impartía en diferentes ciudades como parte de su voluntariado. Los resultados no se hicieron esperar: en menos de seis meses me transformé por completo, físicamente estaba muy bien preparado, la mejora técnica era asombrosa, las marcas alcanzadas estaban al nivel de récords nacionales y el deseo de mejorar cada día, se hizo una costumbre. Contrariamente a lo que podía esperar, levanté mi nivel académico y comencé a destacar en mis estudios. Había aprendido a organizar mi tiempo y a mantener una disciplina que dura hasta hoy.
En esa misma época, comenzamos a entrenar en dos sesiones diarias, la primera de ellas, a las cinco y media de la mañana, lo que exigía un mayor esfuerzo y organización que contribuyó a hacer de aquel grupo, una familia muy sólida que fue creciendo con el tiempo y fortaleciendo el equipo ideal en todo deporte: atletas, entrenador y padres de familia.
Las medallas, récords y campeonatos fueron los resultados tangibles que coronaron ese esfuerzo desplegado con mucho cariño, voluntad y perseverancia. Pero más que las presas conquistadas, son las enseñanzas de vida y los amigos cosechados, los tesoros más preciados de ese tiempo que tuve el privilegio de vivir. Perseverar, no rendirse, ser siempre mejor que uno mismo, es lo que me ha guiado en los desafíos encarados en los años posteriores y hasta el día de hoy. Se lo agradezco a Mike Honda, para quien deseo, donde sea que se encuentre, las bendiciones y dones merecidos, por todo lo que hizo por nosotros para que seamos, más que buenos deportistas, mejores personas" (Javier Crespo, fondista)
Andrea Paredes, Eduardo Aliaga, Javier Crespo, Mauricio Villarroel, Jorge Forgues y Marisol Durán, fueron algunos de los nadadores que se beneficiaron de las enseñanzas de Mike Honda. Arriba el profesor Rene Eyzaguirre, en la vieja piscina de Obrajes (1984) - Foto de Javier Crespo
"El fue el primero en establecer el entrenamiento desde las 5 am todos los días. Conseguia todos los implementos necesarios para los calentamientos, como ligas para hacer brazos y piernas, paletas y dins. Siempre llegaba con donuts de la Av. 6 de agosto para los cumpleañeros o para quienes habian logrado bajar sus marcas. Nos llevaba al Círculo Japonés o a la "Fontana" del Hotel Plaza a tomar té, a manera de conocernos, motivarnos a unir el grupo. Filmaba nuestros entrenamientos y nos llevaba a las oficinas de JICA a mostrarnos, uno por uno, las cosas que habíamos hecho bien y las que debían mejorarse. Llegó hablando muy poco español, pero con el tiempo fue mejorando mucho. Un hombre sumamente disciplinado, era el que habría la piscina de Obrajes y el último en irse. Se ganó el respeto y el cariño de todos nosotros" (Javier Chávez, espaldista)
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